lunes, 24 de febrero de 2014

NOTICIAS EL MUNDO

PUBLICACION EN EL BLOG DEL PERIODICO EL MUNDO
NUEVO LIBRO ALFAGUARA


OPUS NIGRUM
MARGUERITE YOURCENAR
ISBN: 9788420416564
PRECIO: 17,79€
PAGINAS: 384
RUSTICA


Tendemos a confundir conocimiento con información, sabiduría con peritaje. Hay peritajes muy arduos, qué duda cabe. En todo caso, el conocimiento es lo que se hace carne con nuestro cuerpo y espíritu con nuestra mente. Y no se alcanza mediante la superación de pruebas ni mediante disciplina castrense o académica centrada en un asunto, sino a través de la meditación continua sobre todas las cosas. Por supuesto, no llega cuando queremos ni cuando esperamos. Llega cuando se presenta su inevitable estación, como un golpe puro de la vida, llevándonos lejos y dentro del universo creado, fluctuando entre las cosas como el alma de todo.  Así lo cuenta Marguerite Yourcenar en "Opus nigrum" (Alfaguara, traducción de Emma Calatayud): 

"Desde que había renunciado a confiar su pensamiento de viva voz o a exponerlo por escrito en los escaparates de las librerías, esta privación lo había inducido a descender más profundamente que nunca a la búsqueda de puros conceptos. Ahora, en pro de un examen más profundo, renunciaba temporalmente a los mismos conceptos; contenía su espíritu igual que se contiene la respiración, para mejor oír ese ruido de ruedas dando vueltas tan deprisa que uno no se percata de que las dan.
Del mundo de las ideas pasaba al mundo más opaco de la sustancia contenida y delimitada por la forma. Encerrado en su habitación, ya no empleaba sus veladas en el intento de adquirir opiniones más justas de las relaciones entre las cosas, sino en una meditación no formulada sobre la naturaleza de las cosas. Corregía de este modo ese vicio del entendimiento que consiste en aprehender los objetos con el fin de utilizarlos o, al contrario, de rechazarlos, sin profundizar en la sustancia específica de que están hechos.
De ahí que el agua hubiera sido para él una bebida que sacia la sed y un líquido que lava, una parte constituyente de un universo creado por el Demiurgo cristiano, el elemento esencial de la hidráulica de Arquímedes o de la física de Tales, o asimismo el signo alquímico de una de las fuerzas que van hacia abajo. Había calculado desplazamientos, medido dosis, esperando a que las gotitas se volvieran a formar en el tubo de las cucúrbitas.
Ahora, después de renunciar durante algún tiempo a la observación que, desde fuera, distingue y singulariza, en beneficio de la visión interna del filósofo hermético, dejaba que el agua presente en todas partes invadiera la estancia como la marea del diluvio. El baúl y el taburete flotaban; las paredes reventaban bajo la presión del agua. Cedía ante ese flujo que adopta todas las formas y se niega a dejarse comprimir por ellas; experimentaba el cambio de estado de la capa de agua que se convierte en vaho, y el de la lluvia que se hace nieve; hacía suyos la inmovilidad temporal del hielo o el resbalar de la gota clara que forma inexplicablemente una línea oblicua en el cristal, desafío fluido para los calculadores.
Renunciaba a las sensaciones de tibieza o frío que van unidas al cuerpo; el agua lo arrastraba, ya cadáver, con la misma indiferencia que a un puñado de algas. Metido dentro de su carne, encontraba allí el elemento acuoso: la orina en la vejiga, la saliva en los labios, el agua presente en el líquido de la sangre.".