lunes, 21 de abril de 2014

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El regreso de Philip Kerr y el detective Gunther

El escritor escocés publica 'Un hombre sin aliento', la novena entrega de la serie

DANIEL VÁZQUEZ SALLÉS >> BARCELONA
"Ante todo, me siento un novelista y si tengo que ser sincero, no leo novela negra. Viajo, tomo nota de todo, escribo más que leo de una manera compulsiva, y si leo un libro de Historia o una biografía, siempre trato de que el libro esté relacionado con lo que estoy escribiendo".

A pesar de la voluntad del escritor Philip Kerr de emanciparse del'colectivo negrocriminal', su Frankenstein detectivesco le ha jugado una mala pasada. Con las ocho novelas anteriores protagonizadas por el detective berlinés Bernie Gunther, Kerr ha logrado fama y la posibilidad de viajar por el mundo como lo hicieron otros ilustres escoceses. "Somos una raza de emigrantes y exploradores. Como Stevenson, Alexander Fleming, John Loge Baird, Alexander Graham Bell, John Dunlop, yo soy uno de esos paisanos que van por el mundo buscando lo que desean y, probablemente, nunca volverán a Escocia.¿Y por qué no ancorar en Alemania?", se pregunta. La nueva novela de Bernie Gunther, 'Un hombre sin aliento', ha vuelto a convertir a Kerr en el hijo pródigo de la Alemania con memoria histórica. "Están perplejos con mis novelas y muchos prefieren dibujar una línea divisoria por encima de la II Guerra Mundial. Pero a los berlineses, que nunca fueron nazis, les gustan mis libros y eso me enorgullece", asegura el escocés.
"A los berlineses, que nunca fueron nazis, les gustan mis libros y eso me enorgullece"

Desde que los nazis usurparon el poder en 1933, la N de los diccionarios de Historia pertenece al Nazismo, y son muy pocas las personas que han sido capaces de distanciarse de un periodo en el que Hitler, Goebbels y Himmler trataron de convertir el mundo en un campo de esclavos al servicio de los arios herederos de Sigfrido. "A todo el mundo le interesa el periodo nazi, y quien diga lo contrario, miente", asegura Kerr. Detrás de esa fascinación privada o colectiva, se esconde, quizás, el miedo de hacernos la pregunta incómoda: "¿Qué hubiéramos hecho nosotros? ¿Qué hubiera hecho en una situación igual?", se pregunta también Kerr. La respuesta es Bernie Gunther, un tipo normal. "Dejo que Bernie lo haga por mí. Hubo mucha gente que se afilió al partido Nacionalsocialista para salvar el cuello. ¿Les convierte eso en nazis?". Kerr responde que no. Si hubo una culpabilidad colectiva, Bernie no es una excepción.

'Un hombre sin aliento', la novena novela de la serie, está situada en 1943. Con una Europa convertida en un lodazal de sangre y barro, Alemania empieza a sucumbir a su propia megalomanía: las tropas de la Wehrmacht están a punto de ser derrotadas en Stalingrado,Hitler sufre los primeros síntomas del párkinson y los aliados comienzan a desembarcar en Europa por las costas de Sicilia. Con el paso de la oca desacompasado, el jefe de propaganda Goebbels necesita demostrar ante los aliados que no sólo los alemanes han cometido tropelías, y el objetivo es revelar al mundo los ocho mil cadáveres encontrados en el bosque de Katrina pertenecientes a oficiales polacos asesinados por el ejército Rojo. Si los nazis son considerados unos criminales, los comunistas son la esencia del mal. Y el mundo tiene que saber la verdad.
Cínico olfato detectivesco

El encargado de viajar hasta la localidad rusa de Smolensk es Bernie Gunther, cuyo cínico olfato detectivesco le ha llevado a ocupar un puesto en la Oficina de Crímenes de Guerra de la Wehrmacht encargada de investigar y castigar los crímenes individuales cometidos por los soldados alemanes. Una ironía propia de los nazis, cuando gran parte de su esfuerzo militar buscaba el extermino de la población de los pueblos ocupados, por su etnia, religión o ideología.

En 'Un hombre sin aliento', el detective Gunther termina con el aliento escarchado por la gélida brutalidad de un frente en el que sus compatriotas deambulan con la atrocidad de invasores acorralados. Y si el caso del bosque de Katrina es el motivo principal del viaje, la llegada de Gunther a la zona le hará descubrir la putrefacción de un sistema basado en el terror. Los rusos sometidos temen a sus captores alemanes, los soldados alemanes a sus oficiales, los oficiales a Hitler, y Hitler desconfía de todos, desde el más fiel de sus colaboradores hasta el último judío gaseado en el campo de Auschwitz. El asesinato de dos oficiales alemanes degollados con bayonetas empuñadas por un anónimo asesino demostrará que la muerte acecha a todos. "Partiendo de un acontecimiento como fue la matanza de los bosques de Katrina, con 'Un hombre sin aliento' quise mostrar la hipocresía y el corazón de algunas alianzas. En algunas circunstancias los aliados fueron tan genocidas como los nazis".

El cínico humor berlinés de Gunther encuentra en esta nueva entrega el escenario perfecto para mostrar su descreimiento por una causa en la que nunca ha creído. "La fragilidad propia del ser humano nos convierte a todos en cobardes", dice Gunther en uno de los ágiles diálogos a los que nos tiene acostumbrado el autor. Una fragilidad que Gunther trata de disimular con un humor sarcástico y que tiene su origen en la personalidad mordaz de su creador. "Mis escritores favoritos son los escritores muertos". La respuesta no es de Gunther, sino de Kerr.
"No encuentro nada de banal en los nazis"

La directora de cine Margarethe von Trotta volvió a actualizar las teorías de Hannah Arendt escritas tras haber asistido en Jerusalén al juicio del nazi Adolf Eichmann. "No estoy de acuerdo con Arendt", dice Kerr en referencia al libro Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal. "No encuentro nada de banal en los nazis. Algunos podían serlo, pero la mayoría eran el diablo, y entre esos hombres diabólicos había hombres extraordinariamente inteligentes como Goebbels".

Sean banales o complejos, Philip Kerr tiene previsto seguir con Gunther. "Conozco el periodo, y sé cómo enfocar las historias. La gente se vuelve loca documentándose, pero yo mezclo un poco de información con mucha imaginación", dice. "La imaginación es lo fundamental para cualquier autor", remarca Kerr, dispuesto a escribir historias protagonizadas por su detective berlinés si su imaginación no se agota.

En las próximas entregas de la saga, Kerr seguirá mezclando personajes inventados con personajes reales. "De los personajes reales trato de encontrar su verdadera psicología mostrándoles como personas. La culpa de que Goering y cía sean vistos como personajes estereotipados la tiene la televisión. El mundo es cada vez más y más ignorante".