viernes, 13 de junio de 2014

NOTICIAS EL MUNDO

EXPOSICIÓN 'Unspoken'                                  EDITORIAL BLUME
Fotografía de la carne viva

Lorena Ros pone cara a las víctimas de abusos sexuales infantiles. Su libro recopila 17 historias que pretenden denunciar, a través de fotografías y testimonios, la multitud de casos que sufren los menores en los países occidentales.

LORETO SÁNCHEZ SEONAE >> MADRID
"Algunas fotografías de este libro corresponden a los lugares donde ocurrieron los hechos. Otras son recuerdos. En algunos casos, las personas afectadas llevaron a juicio a sus agresores. En la mayoría de las ocasiones no se emprendieron acciones legales". Estas líneas son la puerta que nos lleva al interior de '17 vidas', 17 historias marcadas por el rechazo propio y el silencio, y a las que Lorena Ros (Barcelona, 1975) pone cara y voz en su libro 'Unspoken'.


A Phyllis, su padre la llevaba a la obra donde trabajaba y abusaba de ella, Joaquín sufrió el mismo calvario de la mano del párroco de su iglesia y Ella acabó alcoholizada para olvidar lo que un familiar cercano le había hecho de pequeña. Parecen sucesos aislados, peroel 25% de las mujeres y el 13% de los hombres de los países occidentales han sido victimas de este tipo de abusos. Y, sin embargo, el tema sigue siendo un tabú que las propias victimas guardan bajo llave durante años y que, como muestra Ros en su libro, provoca una herida que no ha dejado de supurar en la edad adulta.

No son relatos que se lleven a las páginas de los periódicos muy a menudo, "La sociedad cierra los ojos, no es que lo desconozca, es que no quiere mirar. Duele demasiado", asegura Ros. Para cuando el dolor es verbalizado, la responsabilidad penal ha prescrito, de modo que queda la impunidad. Lorena Ros ha querido que bajemos la cabeza y que abramos los ojos. "He estado muchos años trabajando como fotoperiodista en países tercermundistas hasta que me dí cuenta de que en mi país, y en otros muchos occidentales, se cometían estas atrocidades", comenta.

Para narrar cada una de las historias, Lorena ha optado por dar el mismo tratamiento a todas. Una foto actual, que indica el nombre y la edad de la persona, una de su niñez, un breve texto que nos traslada hasta el lugar donde ocurrió y una última imagen, la más impactante, que nos muestra el lugar que las victimas relacionan con los abusos. "Algunos de esos lugares son los auténticos, otros sólo son representaciones de dónde ocurrió, sitios que les recuerdan al lugar original", asegura. "Empecé con estos retratos en Barcelona, que es donde vivía; luego, por razones personales, me fui a vivir a EEUU y continué con este trabajo. No era un encargo, era algo que vivía conmigo. Lo que tenía muy claro es que tenían que ser países occidentales", asegura la fotógrafa.

"La sociedad tiene que cambiar"

"La prensa trata muy mal este tipo de temas, aunque los abusos son frecuentes y generalizados, hablar de ellos sigue siendo tabú", explica Ros. "Desde mi punto de vista es la sociedad la que tiene que cambiar, la responsabilidad es nuestra, no podemos mirar hacia otro lado", sentencia.

Tras pasar ocho años dedicándose a este proyecto, Lorena asegura que, con mejores o peores resultados, todos han encontrado la forma de superar sus heridas. "Danza, religión, terapias grupales... De diferentes maneras, pero todos necesitaban pasar página". Ros ha entrado en la vida de decenas de personas; diferentes países, diferentes clases económicas y diferente sexo, pero siempre con los mismos patrones. "Todos viven con un sentimiento de culpa porque consideran que no lo pararon y que quizás podrían haberlo hecho".

"Los he fotografiado, entrevistado y he grabado sus testimonios. Ellos han compartido conmigo las experiencias traumáticas que sufrieron de pequeños. El tema está envuelto en vergüenza y las personas afectadas permanecen silenciadas, viéndose obligadas a hacer frente a su trauma y su dolor una y otra vez", reza la contraportada de 'Unspoken'. Ros, de esta forma, pretende mezclar su denuncia social con el arte. "Creo que hay un 50% de cada. Me ha costado mucho editarlo, no quería ningún componente morboso en él", afirma.