lunes, 4 de agosto de 2014

Noticias El Cultural

Un tequila por Chavela Vargas

Se cumplen dos años desde que la cantante de La llorona murió y aprovechamos la efémeride para homenajear su figura con Concha Buika, Martirio y Álvaro Urquijo.


SAIOA CAMARZANA | 04/08/2014
Aún duele su ausencia. El mundo de la ranchera quedó huérfano hace dos años cuando Chavela Vargas (Costa Rica, 1919 - Cuernavaca, 2012) decidió irse para quedarse. Y lo hizo un domingo, a pesar de sus palabras: "Moriré un lunes, el día más aburrido". La cantante que inmortalizó la canción Piensa en mí llegó a los corazones de muchos con su voz desgarrada, y desgarradora, hasta el punto que Joaquín Sabina le dedicó la canción Por el boulevard de los sueños rotos. Ahora que se cumplen dos años de su muerte, hablamos conMartirio, Álvaro Urquijo y Concha Buika sobre el hueco que ha dejado La Chamana en el mundo de la música y la influencia que ha ejercido sobre ellos.


Ella siempre tuvo el sentimiento y la voz pero no siempre fue cantante. Nació en Costa Rica y tras el divorcio de sus padres, sus tíos se hicieron cargo de ella. Más tarde viajaría a México, donde residió durante 80 años. Al igual que su amiga y supuesta amante Frida Kahlo, sufrió poliomielitis pero los indios aborígenes, contaba ella, la curaron. Tras trabajar en diversas tiendas se hizo un hueco en la música. Un lugar que ya no abandonaría y es que murió cantando. "Chavela Vargas ha sido un oráculo de la verdad, de cantar los sentimientos con verdadera honestidad como si fuera la primera vez", explica Martirio. "Marcaba mucho tanto por dentro como por fuera, -continua Concha Buika- porque tenía un carácter muy fuerte. Era difícil no sentirla cuando estaba en el entorno". 
Cuenta Álvaro Urquijo que la conoció a raíz de una canción que contenía datos de ella que desconocía. "La letra habla de su vida y a partir de entonces hablé un día con ella por la radio y me lié con su historia y personaje". Habla de la canción Por el boulevard de los sueños rotos que canta Joaquín Sabina. Este último cuenta en una entrevista con el escritor Juan José Millás cómo y dónde escribió esta letra que se entiende como un sincero poema. Fue en El Café de la calle Bailén, hoy en día reconvertido en un restaurante mexicano. En sus paredes se puede ver a Sabina, a Vargas, a José Alfredo. El cantautor cuenta que en sus paredes se encuentra el propio génesis del lugar donde Chavela Vargas está por todas partes. "Cobra más importancia sabiendo lo importante que ha sido para un cultura", amplía Urquijo

Elevó la ranchera a un nivel sagrado y proclamó como su futura heredera a la española Concha Buika, quien junto a Chucho Valdés, confeccionó un disco homenaje para honrar su figura. "Cantarle a ella, como a muchos compañeros de memoria, ilusión y sueño, es extraño y bonito a la vez. Extraño porque es un viaje a los recuerdos, a la infancia, a cuando la escuchaba por primera vez y me uno a mi madre", se sincera la cantante. Martirio también configuró su homenaje a La Chamana con un disco de sus canciones. "Cada vez consigo desnudarme más cantando". Y es que la cantante flamenca dice haber aprendido de ella el peso de la palabra, el sentir los sentimientos sin repetirse a sí misma. 

Su magnética personalidad tenía carácter educativo y curativo. Y su voz desgarraba y sigue desgarrando hasta las almas más gélidas y desangeladas. "A mí me inspiró mucho valor en la soledad, que era una asignatura que tenía pendiente", cuenta Buika. "Ponerte en un momento de absoluta verdad, de desnudez y emoción y cantar para que la gente sea mejor - continúa Martirio -. El poder más grande es que la gente se encuentra consigo misma al oír su canto". 

Un poder exquisito de depurar y limpiar los corazones de resentimiento ya que era una artista que cantaba tanto al amor como al desamor desde el perdón. "Por eso la nombraron La Chamana, porque curaba los corazones doloridos cuando cantaba", apunta Martirio. "Me dio valor en la soledad y en la soledad está la mayor de las músicas", prosigue Buika. "Ella te enseñaba a diferenciar entre inventar y mentir porque que quien inventa sueña y quien miente tiene pesadillas", concluye. "Nosotros también la tocamos de vez en cuando, tampoco estamos tan lejos de su música. Mi hermano Enrique y yo tuvimos una influencia directa de mi abuelo paterno cuando ponía un casette con canciones un poco exageradas y muy pasionales", explica Álvaro Urquijo de Los Planetas. 

Sus directos emocionaban, eran especiales y nunca iguales. Ella nunca ensayaba ni programaba, se dejaba llevar por el momento. Así era Chavela Vargas, también un personaje lleno de contradicciones. "Nunca he visto a la gente salir de un concierto como en los de ella, como saliendo de una catarsis", apunta la cantante que compartió escenario con Vargas en su último concierto en la Residencia de Estudiantes antes de morir"Una mujer que puede hacer vibrar como ella - opina Urquijo -, es muy especial. Desgraciadamente no pude verla en directo pero me han comentado que ponía la carne de gallina". Y es que ella hacía suyas todas las canciones. Dominaba los silencios, el grito y el pianísimo, ponía pasión en cada nota que entonaba y conseguía convertir cada canción en una poesía, en un beso.

Vivió su vida con inteligencia, con valentía y sin artificios de purpurina. "No era una intérprete cualquiera, se salía del estándar", comenta Urquijo. "Abría los brazos y te hacía tener esperanza en todo", completa Martirio. "Esa es la magia de algunos artistas, que se van para quedarse", concluye Buika. Cada uno de ellos se ha quedado con una canción especial. Las ciudades, Piensa en mí, La llorona y Hacia la vida